miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Transculturación o perversión?

¿Es posible hablar de transculturación en momentos donde la globalización de mercados genera una crisis en las identidades nacionales?
Desayunar gallo pinto con huevo, merendar queso rosenberg danés con galletas Carrs inglesas; almorzar en Vishnú, comer unas galletas vicenzi italianas con relleno de limón y ginseng, cenar un sushi de cangrejo, pepino y huevos de pez volador con una Saporo significa ser un sujeto transcultural?
¿Vivir en una casa de estilo neocolonial, con columnas griegas y decoración interior entre minimalistas y fengshui implica asumirse como una identidad traslapada por violentos choques culturales resemantizados desde un yo cultural tenso o, más bien, jugar con los exóticos productos del mercado, para, a fin de cuentas, terminar por definirse como un juego de máscaras que perpetuamente se transponen unas tras otras sin ningún punto de enclave o nudo traumático. ( lo anterior plantearía un problema entre la neurosis moderna y la perversión posmoderna)

el problema de la transculturación reside en la resistencia, generada por el yo, para asumir la otredad en sí mismo; proceso traumático que solo puede superarse atravesando el fantasma o la identidad fija y metafísica, impuesta desde la oficialidad como algo eterno, desde las mediaciones históricas que rearticulan la compleja dialéctica entre el yo y lo otro (desenterrando el espejo que nos muestra nuestro lado ominoso); mientras que, los procesos rizomáticas de la esquizofrenía posmoderna eliminan el nudo traumático entre el yo y lo otro y nos dicen que no existe tal problema, porque, sencillamente, no hay "Yo" solo múltiples otros que pueden trasponerse, sin ninguna consecuencia, sobre nuestra corporalidad. ERGO SOMOS LO QUE QUEREMOS SER, EN UN MUNDO DONDE EL MERCADO NOS OFRECE INFINITAS POSIBILIDADES DE SER SIN PRIVILEGIAR UNA SOBRE OTRA. es decir, no existe espejo enterrado pues lo que existen son solo espejos que se muestras infinitamente.

martes, 16 de octubre de 2007

Métafora del espejo enterrado en relación con C.R

Tal y como lo señala Carlos Fuentes en su video, en latinoamerica se ha dado una negación de las propias identidades, ignorando la riquisima diversidad de las culturas que conforman nuestros países.No es la excepción en el caso de Costa Rica, ya que en nuestro imaginario los costarricenses siempre van a ser blancos y se ignoran los grupos sociales más allá del área metropolitana.
Sin embargo, este comportamiento no deja de ser pernicioso para el progreso social, económico y espiritual de nuestros países, quienes no han logrado integrar la heterogeneidad de sus pueblos para aprovechar el potencial y el aporte cultural de cada uno de ellos. En nuestro caso la riqueza cultural de las costas, los indígenas y los inmigrantes no ha sido lo suficientemente considerado, de manera que es una forma de mutilar nuestra identidad como costarricenses y sobre todo la forma en que podemos encontrarnos a nosotros mismos como un pueblo valioso gracias a la diversidad de culturas.
Los grandes pensadores latinoamericanos ya lo advirtieron asi luego de los procesos de independencia y cuando América latina estaba intentando encontrarse en diversos espejos; así escritores de la talla de Martí, Rodó, Vasconcelos; hablaban de la importancia de encontrar en el seno de las propias naciones hispanomericanas el sentido de su identidad como pueblo único y conformado por una diversidad de origenes étnicos. Esto no lo consideraron una debilidad sino una fortaleza, sin embargo, es algo que aun no han comprendido los pueblos latinoamericanos.
Costa Rica continúa negando su pasado, su presente y su futuro, al no darles el lugar que se merecen a los diferentes identidades que día a día, no importa si se les ignora o no siquen ofreciendo sus aportes a la idiosincracia del costarricense.

sábado, 13 de octubre de 2007

Dime qué comés y te diré quién eres... ¿Quiénes somos?

A propósito de algunas pruebas de la transculturalización de la cultura en nuestra sociedad, me gustaría ampliar el aporte de "la monchis" porque me parece dramático y cotidiano. La gastronomía nos dice mucho de un país, así que cabe preguntarse qué nos dice la comida que consumimos actualmente. Por ejemplo, vamos a un mall –buen ejemplo de transculturalización desde el nombre hasta la conformación del espacio– y encontramos Mc Donalds, Burger King, KFC, Quiznos, China Wok, Pizza Hut y Taco Bell llenísisimos, como si en alguno de ellos regalaran algo; sin embargo, Rústico y otros lugares de comida costarricense están prácticamente vacío. Veamos nuestros almuerzos: las papas fritas suelen desplazar a los frijoles y los picadillos, la torta de carne desplaza al trozo de carne, el pescado o la torta de huevo, la ensalada empaquetada con crutones y aderezo ranch desplaza a la ensalada de lechuga, repollo, tomate y limoncito. Y los ejemplos son infinitos y el resultado es uno: la riqueza de la comida costarricense se está perdiendo porque la gente está dejando de hacer sus recetas. Por ejemplo, ¿cuántos de ustedes ha probado un picadillo de tronco o palo de papaya? ¿quiénes han probado la chiricaya o el fresco de naranjo agrio? ¿cuál sabe qué es una lengua fingida? ¿quién ha saboreado una chorreada en los últimos días? ¿quién siempre incluye picadillos en su dieta? Esos platillos están desapareciendo de nuestra memoria y nuestra mesas y en su lugar ponemos los macarrones con queso de caja, los fideos con cualquier cosa, las hamburguesas repletas de grasa y colesterol, la papas fritas, los cereales de figuritas y de colores, los burritos mexicanos... Nuestra comida deja de ser nuestra ante nuestras bocas indiferentes. Oocos saben nuestras recetas tradicionales, incluso cierta gente las considera polas.

Quizá el único fuerte sobreviviente sea el gallopinto, platillo protagonista de una tonta disputa entre Nicaragua y Costa Rica sobre su pertenencia. Sin embargo hasta este sobrevive porque se ha convertido en nuestro souvenir –recuerdo– para los extranjeros para acallar a nuestra conciencia cuando nos pregunta por la comida costarricense.

Se ha dicho que nuestra cocina es pobre, los pobres somos nosotros. ¿Quiénes somos?

jueves, 11 de octubre de 2007

Sobre tabaco y azúcar

En relación con el ensayo de Ortiz “Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar”.
Tengo a respecto algunas reflexiones al respecto de la cultura del “guaro” como contrapunteo de la transculturación en el ambiente tico.
La chicha y el chicheme se constituyen como elemento contrario a la transculturación de la cultura del “guaro”. En principio, la bebida del maíz fermentado era un producto de consumo colectivo en los grupos ancestrales. Y no solo eso, era tan importante su consumo que todos se involucraban de manera ritual en su preparación. Las mujeres, con su propia boca, masticaban el maíz de la mazorca y con la magia de su saliva, mediante un escupitajo producían un “néctar divino” para el consumo ritualizado que celebraba ya fuera la fertilidad o un acto funerario.
Con la presencia de la caña de azúcar en el nuevo mundo cambian los patrones culturales que apuntan a la nueva transculturación: países con olor a ron, a tequila, a pisco y a otras bebidas que enmascaran el desarrollo político y económico de la pobreza de los que la producen y el consumo de los que la venden, es decir mientras unos “se comen la piña, a otros les duele la panza”. La demanda de los licores perfiló economías fuertes en los distintos países latinoamericanos.
Las culturas autóctonas se quedan rezagadas en su abandono en llamadas “comunidades”, “reservas” o bien asentamientos en donde su único consuelo de autenticidad es consumir el néctar divino de la chicha. Pero, también son utilizadas en el cultivo, procesamiento y el consumo de la bebida, lo que implica que gradualmente agrava su propia condición cultural. El consumo extremo e inadecuado de las bebidas alcohólicas implica mayores consecuencias sociales que en la actualidad dejan secuelas que se les denomina resultados de la “cultura del guaro”. Por otra parte, vale la pena mencionar la presencia de una bebida que no deja mayores beneficios en el sector agrícola: la cerveza. Contrariamente, esta bebida no es elaborada con productos autóctonos más que una cristalina agua que en la actualidad representa uno de los mayores peligros, ya que se ponen en riesgo los manantiales y se vuelven focos de atención hasta de compañías transnacionales.
Asimismo, en ese desarrollo que implica la enorme producción de bebidas destiladas y fermentadas hay un gran trasfondo económico de voces silenciadas. Para la clase productora, un gran beneficio (en el caso de Costa Rica, el monopolio de la Fábrica Nacional de Licores), en otros países, en cambio, las clases sociales más necesitadas son sometidas al engranaje monstruoso de producción y exportación internacional, pero que a la vez los transforma en víctimas del alcoholismo. Con esto no quiero afirmar que se trate de un problema exclusivo de estos sectores, porque en “vox populi” un pobre tirado en un caño es un borracho, pero un rico ebrio es un bebedor social.
Cuando esta misma clase que produce y consume la bebida hasta cambia su denominación de manera eufemística o dismemística, porque se rompe el delgado hilo normas sociales para transformarse en delincuente, ofensor sexual o bien abusador doméstico. Me refiero a la violencia que genera el consumo de bebidas alcohólicas en zonas marginales, entre las comunidades indígenas y precarios de inmigrantes de las zonas urbanas. Todos estos sectores silenciados ya se encuentran en un proceso de transculturación de una sociedad agobiada por la pobreza.

Muchos años sin vernos al espejo

Me gustaría empezar la discusión de la tercera pregunta, sobre todo porque la metáfora del espejo enterrado me parece muy pertinente para las identidades culturales de Costa Rica.
Todos los rostros que configuran las identidades del país tienen años de mostrarse con sus riquezas, pobrezas y contradicciones; sin embargo, la sociedad costarricenses les pasa por encima mas no los observa; es decir, suele escoger no verse al espejo y quedarse con los rostros que cree que la caracterizan: blanca, democrática, pacífica, luchadora y única en la región.
Después de muchas luchas y años de estar confinados a las periferias, esos rostros se le imponen porque es imposible seguirlos negando. El país empieza a quitarse las máscaras tras las que se ha escondido y comienza a reconocer la riqueza de sus identidades, comienza a ver la herencia indígena y la herencia afrocostarricense, base del mestizaje de nuestro país junto con el europeo español.
Costa Rica siempre ha preferido verse en otros espejos y desde otros lugares, prefirió ser la "Suiza centroamericana", la isla entre las guerras, la singular y especial y con eso se ganó un sitio en América Latina; no obstante, es un sitio ganado a base de ficciones y de mitos y a punta de sacrificar las contradicciones que ebullen en su interior desde hace más de un siglo.
Costa Rica es como quien después de estar ciego desde niño le devuelven la vista y comienza a tratar de entender lo que ve; antes se imaginó diferente y al analizarse el rostro reconoce los ojos indígenas, los pómulos africanos, aquella nariz europea... Sin embargo, su proceso de aprendizaje es lento y aún no reconoce el aporte de otros grupos como los migrantes que han llegado del resto de Centroamérica –nicaragüenses y salvadoreños, especialmente–, de la comunidad china y de los judíos, por citar algunos ejemplos.
Costa Rica apenas está quitando los velos que cubren su espejo.

lunes, 8 de octubre de 2007

el espejo enterrado

Preguntas de discusión

1. Qué tensiones evidencia el video en la conformación de las tres hispanidades?

2. Cómo ponemos esas tres hispanidades en diálogo con otras propuestas culturales como la de Rodó, Martí , Darío y Mariátegui?

3. Como pordríamos aplicar la metáfora del espejo enterrado en relación con las idendidades culturales en COsta Rica?